La crisis COVID ha acelerado algunos hábitos en la toma de decisiones del consumidor. El precio es un factor determinante pero no el único que condiciona la compra de productos y servicios: aspectos como el impacto medioambiental o el propósito social son claves para todos los consumidores, especialmente para los más jóvenes. El confinamiento ha transformado el patrón de consumo y también nos ha enseñado que consumir es una forma de ayudar.