Estamos condicionados por el entorno en el que vivimos, porque determina en gran medida nuestras relaciones, nuestra creatividad, nuestro bienestar y, en definitiva, nuestra felicidad. Durante la crisis sanitaria del Covid-19 han aflorado grandes carencias. Si hace tiempo las residencias perdieron su relación con el entorno y la naturaleza, esta crisis ha agravado el problema transformándolos en auténticos espacios de reclusión. ¿Cómo revertir esta situación?